martes, 2 de diciembre de 2008

El mejor cuento de fútbol

Me veo en la imperiosa obligación de inaugurar este blog con un texto que, más que eso, fue una auténtica revelación: una puerta que se abrió en el vestuario de algún estadio imaginario para dar paso a un mundo maravillosamente seductor, donde Shakespeare y Maradona, Pelé y Cervantes, Cruyff y Borges, García Márquez y Di Stéfano, Dostoievsky y la "Cachaza" Hernández, Hemingway y Alex Daza, pueden convivir en perfecta armonía, como en la canción del ex Beatle, Paul McCartney (Evony and Ivory).

Fútbol y literatura, letras y goles, tienen algo en común, ambos se forjan con sudor, se sufren, se paren. Miles y miles de libros reposan en las bibliotecas sucumbiendo ante el polvo y la polilla, cientos y cientos de partidos se asientan en el ostracismo de nuestras memorias, intrascendentes, inútiles. De pronto, en algún remoto paraje del planeta, en algún potrero maltrecho se escribe la jugada divina, se teje la página maestra, y se alumbra un crack de la talla de Cortázar o Zidane.

Los animo para que publiquen sus textos, los suyos y los de otros; los de nosotros, los periodistas -obreros de las palabras- y los de los escritores -artistas de las palabras-. Antes de abrir oficialmente este blog, quiero agradecer a todas y cada una de las personas que me prestaron (y en algunos casos, regalaron) libros, revistas y hojas sueltas fotocopiadas para avivar este fuego insaciable. En especial, le agradezco a usted, Carlos Mogollón, por darme a conocer a Javier Marías en "Salvajes y sentimentales", a Roberto Fontanarrosa en "No te vayas, campeón" y sobre todo a Osvaldo Soriano en "Memorias del Míster Peregrino Fernández y otros relatos de fútbol", de donde extraje el texto que a continuación reproduzco para iniciar este blog que, espero, tenga éxito.

No hay comentarios: